martes, 30 de diciembre de 2008

Vínculo con México

Jean-Marie Le Clézio tenía 18 años cuando llegó a la ciudad de México. Venía a cumplir con su servicio militar, era su segundo intento pues primero lo buscó en Tailandia; sin embargo, fue expulsado cuando protestó por la prostitución infantil. Entonces viajó a México.

Fue así como el joven nacido en Niza (13 de abril de 1940) inició una etapa de conocimiento y exploración de las culturas americanas, uno de los tópicos de su obra. En octubre pasado el conjunto de su obra le hizo merecedor del premio Nobel de Literatura.

Su vínculo con este continente —en México vivió 12 años, en Panamá cuatro y hoy reside en Albuquerque— lo refrendó cuando en su discurso de recepción del premio dedicó el reconocimiento a los autores que le influyeron, entre ellos varios latinos, como Octavio Paz, Juan Rulfo, Miguel Ángel Asturias y Luis González.

Viajero constante, Le Clézio ha compartido su vida entre Asia y América, donde además ha sido profesor. Antes que escritor soñó con ser marinero o arquitecto, pero a los siete años comenzó a crear literatura. Su obra se compone de libros marcados por ese gusto viajero, la ecología y el amor por la cultura amerindia: “Soy un cuentista más que otra cosa. No escribo con la intención de demostrar algo, atacar algo o defender algo”. Ocho de sus textos están relacionados con México.

La familia de Le Clézio proviene de Isla Mauricio y muy tempranamente, cuando él tenía ocho años, comenzó un periplo que no cesa: partió hacia Nigeria donde su padre fue cirujano para las fuerzas armadas británicas.

Tras graduarse en letras, a los 23 años, publicó su primera novela: El atestado. A partir de ahí ha creado más de 50 libros de cuentos, novelas y ensayos.

El autor de La conquista divina de Michoacán, El africano y La cuarentena, entre otros, se convirtió en el 14 francés en recibir el Premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca le reconoció por ser “el escritor de la ruptura, de la aventura poética y de la sensualidad extasiada”.

Para Le Clézio no se pueden lograr cambios en la sociedad a través de la literatura, pero cree que ésta es imprescindible para velar por la lengua y la supervivencia cultural del hombre.

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