martes, 28 de abril de 2009

México contabiliza ya 149 muertos


El virus de la peste porcina sigue matando en México. Ya son 149 los fallecidos desde que el pasado jueves se declaró el brote y se investiga si todos están relacionados con la enfermedad. El lugar más afectado ha sido el Distrito Federal, que suma ya 22 muertos confirmados por la cepa. Pero ante su propagación por el resto del país, el ministro de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, anunciaba ayer la suspensión de las clases escolares y universitarias hasta el 6 de mayo en previsión de que, «desgraciadamente», los casos sigan incrementándose. Para colmo de males, un terremoto de casi 6 grados sacudió ayer la zona oeste del país, haciéndose notar hasta en el Distrito Federal, aunque al parecer no ha habido que lamentar víctimas.
Según los últimos datos ofrecidos por el propio Córdova, hasta ayer 1.995 personas han ingresado con cuadros «graves» de neumonía en los hospitales. De ellas, 776 permanecen en observación. El temor es grande. Tan sólo el domingo, 5.171 personas coparon los centros de salud aquejadas de infecciones respiratorias, de las que 47 acabaron hospitalizadas, es decir, ni tan siquiera el uno por ciento. A ello hay que sumar 24.057 consultas telefónicas atendidas, que resultaron en una veintena de ingresos. Así las cosas, el responsable de la Sanidad mexicana agradeció la «actitud madura y responsable» de la población y los sectores público y privado del país.
Ayer se cumplió el cuarto día desde que el Gobierno de México decretara la alarma sanitaria por la cepa mutada del virus de la influenza porcina. El centro de la capital, la más poblada del mundo junto a Tokio, mostraba una fisonomía muy poco habitual, con las calles vacías y unos pocos transeúntes, provistos de mascarillas azules y blancas estilo quirófano. Para completar este paisaje de película de terror, la Iglesia optó por aportar su granito de arena y sacar en procesión el Cristo de la Salud por los alrededores de la Plaza del Zócalo, donde se levantan la catedral de Ciudad de México, la alcaldía y la sede oficial del Gobierno Federal. Los fieles pidieron su protección ante el brote vírico. Hacía más de tres siglos que no se pedía su intercesión de esta forma. La última vez fue en 1691, cuando una epidemia de viruela negra azotó a los mexicanos. También en la Basílica de Guadalupe se instaló una carpa en la explanada, desde donde se oficio una misa.


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